Tal como revela un documento mozárabe, se sabe que la iglesia de San Román ya existía en 1125. Aunque ciertas hipótesis defienden que el edificio del siglo XII al que alude el documento se habría levantado sobre una edificación visigoda más tarde convertida en mezquita, es muy probable que el aspecto actual del templo se deba a la reconstrucción efectuada en 1221 por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada. Sean como fueren sus orígenes y su historia constructiva, se considera que la iglesia de San Román es uno de los edificios religiosos de estilo mudéjar más antiguos y mejor conservados de Toledo.
El exterior, encajonado entre los muros de San Pedro Mártir, luce paredes de ladrillo y mampostería. Torre de planta cuadrada, que luce arcos de herradura inscritos en otros lobulados, arquillos ciegos y ventanas. Se asegura que, desde esta torre, el noble toledano don Esteban Illán, enterrado en la iglesia, proclamó rey de Castilla a Alfonso VIII cuando este contaba 14 años, poniendo fin, con este acto de osadía, a los constantes enfrentamientos protagonizados por los Castro y los Lara, quienes con sus disputas por la tutoría estaban desangrando el reino.
Planta basilical de tres naves, con grandes arcos de herradura de tipo califal apoyados en pilastras de ladrillo que llevan adosadas columnas de mármol. Capiteles visigodos y mozárabes, tal vez procedentes del templo anterior y reutilizados en este. Techumbres de madera. En el siglo XVI, Covarrubias reformó la cabecera y creó una capilla en la nave central, que cubrió con cúpula de casetones en el primer tramo, con bóveda de cañón en el segundo y con crucería gótica en el ábside.
En su interior, de gran belleza, sorprende la presencia de pinturas murales. Son del siglo XIII y fueron descubiertas en unos trabajos de limpieza efectuados en los años cuarenta del pasado siglo. Aunque algún fresco está deteriorado, el conjunto es considerado por los especialistas como extremadamente valioso. Se advierten en las pinturas tres estilos diferentes. Las figuras frontales que, hieráticas y majestuosas, aparecen en los intradoses de los arcos reflejando la imagen de obispos y santos (san Bernardo, san Benito, san Nicolás, san Martín, san Ambrosio, san Leandro) corresponderían a un maestro que desarrolló su arte en el primer tercio del siglo XIII.
Las pinturas que muestran grandes escenas como la de los Evangelistas en sus pupitres, el Paraíso o la Resurrección de los muertos, todas ellas realizadas con un estilo más ágil, ingenuo y expresivo, corresponderían a un segundo maestro. Finalmente, quedaría el estilo propiamente mudéjar, que fue empleado para adornar los huecos, paredes y arcos utilizando para ello atauriques, lacerías e inscripciones (con caracteres árabes y cristianos). Llega en su audacia este maestro a pintar dovelas que no existen en los arcos.
Las pinturas murales de San Román tienen la importancia y el atractivo de ser las únicas, junto a las halladas en la mezquita del Cristo de la Luz, que de esta época se conservan en la ciudad. Reflejan cómo debía estar decorado el interior de las iglesias mudéjares toledanas.
El Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda contiene piezas de gran interés como las reproducciones de una parte del tesoro de Guarrazar, restos arqueológicos y objetos encontrados en necrópolis: broches, hebillas, fíbulas, aretes, collares, monedas, un jarro litúrgico y una patena de bronce. Abundan los fragmentos: de impostas, frisos, canceles y hornacinas. Y también existen cimacios, columnas, pilastras y capiteles de mármol.
A lo anterior se han incorporado los objetos hallados en una tumba de la necrópolis visigoda de Boadilla de Arriba (Illescas), así como una reproducción del sarcófago de Layos (siglo IV d.C.).
En la capilla que construyó Covarrubias por encargo de la familia Niño de Ribera se puede contemplar un retablo plateresco, de madera dorada y policromada, ejecutado en 1552 por Diego de Velasco, discípulo de Berruguete. Representa escenas de la vida de Cristo y se remata por un Calvario en el ático.
VÍDEO ELABORADO POR KEPA B. RUANO:
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