Una buena propuesta para conocer los dos principales puentes de Toledo es una ruta en coche que una estos dos puentes.
Comenzamos con el puente de Alcántara donde resultó bastante complicado aparcar, así que lo tuvimos que dejar en los aparcamientos del castillo de San Severo.
Este puente fue la primera construcción sobre el Tajo que tuvo Toledo y única durante varios siglos. Punto estratégico de comunicación entre el sur de la Península y las vías romanas que partían de Zaragoza y Mérida, también fue un elemento defensivo de capital importancia para proteger el acceso oriental de la ciudad. A mediados del siglo XX dejaron de cobrarse derechos de pontazgo.
Esta obra de ingeniería militar ha sufrido muchas reformas y reedificaciones a lo largo de su historia. De origen romano, fue destruida en el año 854 por el califa cordobés Mohamed I en una acción de castigo contra los rebeldes toledanos.
Construida de nuevo por los árabes, fue derribada por la espectacular crecida de 1257, siendo restaurada al año siguiente por Alfonso X el Sabio. Entre las reformas, cabe citar la que se llevó a cabo en los tiempos islámicos: entonces se pasó de tres arcos a dos, y uno de ellos enorme, lo que impulsó a un viajero musulmán de la época a describir el puente como un arcoíris tendido entre los montes.
Con el fin de proteger y controlar los accesos, se añadieron en el medievo dos torreones. Posteriormente, cuando disminuyó su importancia militar, estos se reformaron y embellecieron. Y así, el próximo al castillo fue sustituido en tiempos de Felipe V por un arco barroco. El torreón interior, cuya estructura es del siglo XIII, fue restaurado en 1483 por el corregidor Gómez Manrique. Luego, en 1573, sufrió ciertas reformas. En la fachada orientada al río muestra una lápida con la reedificación efectuada en 1483, mientras bajo un pequeño matacán se despliegan los símbolos heráldicos de los Reyes Católicos. En la fachada que mira a la ciudad hay inscripciones que aluden a las distintas reparaciones realizadas. Relieve gótico de San Ildefonso en uno de los dos arcos apuntados del interior, que separan dos bóvedas nervadas de ladrillo.
Principal entrada al Alficén, la puerta de Alcántara presenta una configuración en codo, habitual en los sistemas defensivos musulmanes. Entre dos torreones cuadrados se enmarcan los arcos de herradura, que luego se repiten -en ladrillo- al final del codo.
PUENTE DE ALCÁNTARA:
Clic.
Bajo el arco principal del puente los aviones comunes hacen sus nidos.
Arco barroco y al fondo el castillo de San Servando.
Puerta de Alcántara.
Desde la puerta de Alcántara, el torreón medieval interior del puente.
Configuración en codo tras la puerta de Alcántara típica en las defensas musulmanas.
Desde los distintos miradores del trayecto.
En el trayecto entre el puente de Alcántara y el de San Martín hay diversos miradores como éste.
PUENTE DE SAN MARTÍN:
Lo que hoy podemos contemplar de esta espléndida muestra de la arquitectura militar del medievo se debe a la reconstrucción efectuada en el siglo XIV por el arzobispo Tenorio, quien se empeñó en reparar los desperfectos ocasionados durante los enfrentamientos fratricidas desatados entre Pedro I y Enrique II. El citado eclesiástico definió su estructura de cinco arcos apuntados, dos tajamares y dos torreones hexagonales en los extremos. Las dimensiones del arco central (40 metros de ancho y 27 de alto) lo convirtieron en una manifestación de audacia arquitectónica para su tiempo.
El torreón interior, el más próximo a la urbe, luce en su fachada exterior el escudo imperial de la ciudad, custodiado por dos reyes sedentes y dos inscripciones que aluden a las reparaciones efectuadas durante el reinado de Carlos II. En su fachada interior, una imagen de la Virgen del Sagrario.
El torreón exterior, que mantiene casi íntegra su estructura militar y su pureza arquitectónica, presenta un interior de bóvedas nervadas y arcos de herradura.
Desde 2015 funciona la tirolina urbana más larga de Europa, que, con sus 183 m de longitud, une las orillas del Tajo y discurre paralela al puente. La experiencia, que aúna emoción y vértigo, permite contemplar desde una nueva perspectiva la imagen medieval del monumento.
Anochece.
Vista nocturna del puente de San Martín.
Baño de la Cava. S. IX-XV.
Tirolina.
Torreón exterior. Combina bóvedas nervadas y arcos de herradura.
Escudo imperial de la ciudad.
Descenso en tirolina.
Desde el mirador del puente dentro del recinto urbano de Toledo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario