miércoles, 28 de mayo de 2025

Sinagoga del Tránsito y el Museo sefardí. Toledo.

 


El edificio conocido como sinagoga del Tránsito fue mandado construir en 1357 por Samuel ha-Leví, tesorero del rey Pedro I de Castilla, que llegó a ocupar un lugar muy relevante en la corte. Tal como han confirmado las excavaciones, la sinagoga se levantó sobre dos casas de la judería, fechables en los siglos XII-XIII, que organizaban sus estancias alrededor de un patio.

Tras la expulsión de los judíos, los Reyes Católicos entregaron el templo a los caballeros de las órdenes militares de Calatrava y de Alcántara, pasando a formar parte del priorato de San Benito. La antigua sala de oración se convirtió en templo cristiano y el resto de las dependencias en hospital y asilo para los caballeros calatravos. En el siglo XVI abandonó sus funciones hospitalarias y asistenciales para ser solo iglesia y lugar de enterramiento. Una lápida sepulcral de pizarra que se encuentra en el patio este ilustra la nueva orientación. En el XVII se conoce como iglesia del Tránsito, gracias a un cuadro de Correo del Vivar que desarrolla el tema de la Asunción de la Virgen y que se conserva en el Museo del Prado. Según la documentación existente, en el XVIII aparece citada como ermita del Tránsito. A lo largo del XIX fue acentuándose el deterioro que sufría el edificio, llegando a ser utilizado como barracón militar.

Tras el vestíbulo de entrada se encuentra la sala de oración, que constituye la esencia de la sinagoga. En la parte superior del muro sur, a modo de tribuna, se sitúa la galería de mujeres, espacio en el que se ubicaban las personas del sexo femenino durante las ceremonias religiosas. Permite que entre una luz mínima a la estancia la sucesión de arcos lobulados, algunos con celosía calada, que, apoyados en columnillas de mármol policromadas, se extienden por los muros.

En el testero de la sala de oración sobresale un conjunto de tres arcos lobulados que cumplían la función de ser el tabernáculo (hekal) donde se guardaban los rollos (serafim) de la ley (Tora). Un panel de yeserías policromadas, que contienen inscripciones hebraicas, motivos vegetales y dibujos geométricos, cubre parcialmente la pared y se completa con un friso de mocárabes. En zócalos, cornisas y muros se extiende una variada colección de cenefas, atauriques, medallones y escudos de Castilla y León.

Las inscripciones de la sinagoga del Tránsito son de dos tipos: históricas y bíblicas. Las primeras recogen alabanzas dedicadas al rey don Pedro y a Samuel ha- Leví y aportan datos sobre aspectos relacionados con el culto. Las segundas adornan el panel frontal de yeserías y los frisos decorativos que se pueden contemplar en los muros laterales, en la pared oeste y en la galería de mujeres. Reproducen frases de diversos libros sagrados: Salmos, Crónicas, Reyes y Éxodo.

Además de las yeserías decorativas que permiten vislumbrar un mundo hoy insondable, asombra el artesonado mudéjar que cubre la sala de oración, de belleza difícilmente igualable en España. Es una de las manifestaciones más destacadas de la carpintería medieval hispano- musulmana. Techumbre ochavada de par y nudillo, con dobles tirantes, realizada en madera de pino con incrustaciones de nácar, que se adorna con mocárabes,

El proceso de recuperación comienza en 1877, cuando es declarado Monumento Nacional, y culmina a comienzos del XX, cuando se integra en el Patronato regido por el marqués de la Vega-Inclán. En 1971 se inaugura el Museo Sefardí, que en 2003 conoce una ampliación de las piezas que lo forman.

Junto al testero se muestra el pavimento original que tuvo la sinagoga, puesto de manifiesto en la restauración efectuada.

El Museo Sefardí ofrece una síntesis de los avatares sufridos por el pueblo judío en España, desde su llegada (época romana) hasta su expulsión (año 1492). En sus cinco salas se muestran retazos de su historia y su cultura, así como testimonios del ciclo vital y festivo de las comunidades sefardíes asentadas en el Mediterráneo. Todo ello ilustrado con objetos de arte de indudable valor.

En el patio norte se exhibe una colección de laudas sepulcrales procedentes de diversos cementerios judíos de España. Inscripciones funerarias en hebreo enriquecen las laudas.



Galería de mujeres.




Entrada al museo sefardí.


La Torá.




Lápidas sepulcrales de diversos lugares de España.(Jardín de la memoria). 



VÍDEO ELABORADO POR KEPA B. RUANO:

domingo, 25 de mayo de 2025

Toledo de puente a puente.

 


  

Una buena propuesta para conocer los dos principales puentes de Toledo es una ruta en coche que una estos dos puentes.

Comenzamos con el puente de Alcántara donde resultó bastante complicado aparcar, así que lo tuvimos que dejar en los aparcamientos del castillo de San Severo.


Este puente fue la  primera construcción sobre el Tajo que tuvo Toledo y única durante varios siglos. Punto estratégico de comunicación entre el sur de la Península y las vías romanas que partían de Zaragoza y Mérida, también fue un elemento defensivo de capital importancia para proteger el acceso oriental de la ciudad.  A mediados del siglo XX dejaron de cobrarse derechos de pontazgo.

Esta obra de ingeniería militar ha sufrido muchas reformas y reedificaciones a lo largo de su historia. De origen romano, fue destruida en el año 854 por el califa cordobés Mohamed I en una acción de castigo contra los rebeldes toledanos.

Construida de nuevo por los árabes, fue derribada por la espectacular crecida de 1257, siendo restaurada al año siguiente por Alfonso X el Sabio. Entre las reformas, cabe citar la que se llevó a cabo en los tiempos islámicos: entonces se pasó de tres arcos a dos, y uno de ellos enorme, lo que impulsó a un viajero musulmán de la época a describir el puente como un arcoíris tendido entre los montes.

Con el fin de proteger y controlar los accesos, se añadieron en el medievo dos torreones. Posteriormente, cuando disminuyó su importancia militar, estos se reformaron y embellecieron. Y así, el próximo al castillo fue sustituido en tiempos de Felipe V por un arco barroco. El torreón interior, cuya estructura es del siglo XIII, fue restaurado en 1483 por el corregidor Gómez Manrique. Luego, en 1573, sufrió ciertas reformas. En la fachada orientada al río muestra una lápida con la reedificación efectuada en 1483, mientras bajo un pequeño matacán se despliegan los símbolos heráldicos de los Reyes Católicos. En la fachada que mira a la ciudad hay inscripciones que aluden a las distintas reparaciones realizadas. Relieve gótico de San Ildefonso en uno de los dos arcos apuntados del interior, que separan dos bóvedas nervadas de ladrillo.
    
     Principal entrada al Alficén, la puerta de Alcántara presenta una configuración en codo, habitual en los sistemas defensivos musulmanes. Entre dos torreones cuadrados se enmarcan los arcos de herradura, que luego se repiten -en ladrillo- al final del codo.

   PUENTE DE ALCÁNTARA
Clic.

Bajo el arco principal del puente los aviones comunes hacen sus nidos.

Arco barroco y al fondo el castillo de San Servando.





Puerta de Alcántara.




Desde la puerta de Alcántara, el torreón medieval interior del puente.

Configuración en codo tras la puerta de Alcántara típica en las defensas musulmanas.



Desde los distintos miradores del trayecto.

En el trayecto entre el puente de Alcántara y el de San Martín hay diversos miradores como éste. 


PUENTE DE SAN MARTÍN: 

Lo que hoy podemos contemplar de esta espléndida muestra de la arquitectura militar del medievo se debe a la reconstrucción efectuada en el siglo XIV por el arzobispo Tenorio, quien se empeñó en reparar los desperfectos ocasionados durante los enfrentamientos fratricidas desatados entre Pedro I y Enrique II. El citado eclesiástico definió su estructura de cinco arcos apuntados, dos tajamares y dos torreones hexagonales en los extremos. Las dimensiones del arco central (40 metros de ancho y 27 de alto) lo convirtieron en una manifestación de audacia arquitectónica para su tiempo.

   El torreón interior, el más próximo a la urbe, luce en su fachada exterior el escudo imperial de la ciudad, custodiado por dos reyes sedentes y dos inscripciones que aluden a las reparaciones efectuadas durante el reinado de Carlos II. En su fachada interior, una imagen de la Virgen del Sagrario. 

    El torreón exterior, que mantiene casi íntegra su estructura militar y su pureza arquitectónica, presenta un interior de bóvedas nervadas y arcos de herradura. 

     Desde 2015 funciona la tirolina urbana más larga de Europa, que, con sus 183 m de longitud, une las orillas del Tajo y discurre paralela al puente. La experiencia, que aúna emoción y vértigo, permite contemplar desde una nueva perspectiva la imagen medieval del monumento.


Anochece.

Vista nocturna del puente de San Martín.

Baño de la Cava.  S. IX-XV.

Tirolina.


Torreón exterior. Combina bóvedas nervadas y arcos de herradura. 



Escudo imperial de la ciudad.

Descenso en tirolina.


Desde el mirador del puente dentro del recinto urbano de Toledo.

   VÍDEO ELABORADO POR KEPA B. RUANO:

jueves, 22 de mayo de 2025

Iglesia de San Román (Toledo).






Tal como revela un documento mozárabe, se sabe que la iglesia de San Román ya existía en 1125. Aunque ciertas hipótesis defienden que el edificio del siglo XII al que alude el documento se habría levantado sobre una edificación visigoda más tarde convertida en mezquita, es muy probable que el aspecto actual del templo se deba a la reconstrucción efectuada en 1221 por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada. Sean como fueren sus orígenes y su historia constructiva, se considera que la iglesia de San Román es uno de los edificios religiosos de estilo mudéjar más antiguos y mejor conservados de Toledo.

El exterior, encajonado entre los muros de San Pedro Mártir, luce paredes de ladrillo y mampostería. Torre de planta cuadrada, que luce arcos de herradura inscritos en otros lobulados, arquillos ciegos y ventanas. Se asegura que, desde esta torre, el noble toledano don Esteban Illán, enterrado en la iglesia, proclamó rey de Castilla a Alfonso VIII cuando este contaba 14 años, poniendo fin, con este acto de osadía, a los constantes enfrentamientos protagonizados por los Castro y los Lara, quienes con sus disputas por la tutoría estaban desangrando el reino.

Planta basilical de tres naves, con grandes arcos de herradura de tipo califal apoyados en pilastras de ladrillo que llevan adosadas columnas de mármol. Capiteles visigodos y mozárabes, tal vez procedentes del templo anterior y reutilizados en este. Techumbres de madera. En el siglo XVI, Covarrubias reformó la cabecera y creó una capilla en la nave central, que cubrió con cúpula de casetones en el primer tramo, con bóveda de cañón en el segundo y con crucería gótica en el ábside.

En su interior, de gran belleza, sorprende la presencia de pinturas murales. Son del siglo XIII y fueron descubiertas en unos trabajos de limpieza efectuados en los años cuarenta del pasado siglo. Aunque algún fresco está deteriorado, el conjunto es considerado por los especialistas como extremadamente valioso. Se advierten en las pinturas tres estilos diferentes. Las figuras frontales que, hieráticas y majestuosas, aparecen en los intradoses de los arcos reflejando la imagen de obispos y santos (san Bernardo, san Benito, san Nicolás, san Martín, san Ambrosio, san Leandro) corresponderían a un maestro que desarrolló su arte en el primer tercio del siglo XIII. 

Las pinturas que muestran grandes escenas como la de los Evangelistas en sus pupitres, el Paraíso o la Resurrección de los muertos, todas ellas realizadas con un estilo más ágil, ingenuo y expresivo, corresponderían a un segundo maestro. Finalmente, quedaría el estilo propiamente mudéjar, que fue empleado para adornar los huecos, paredes y arcos utilizando para ello atauriques, lacerías e inscripciones (con caracteres árabes y cristianos). Llega en su audacia este maestro a pintar dovelas que no existen en los arcos.

Las pinturas murales de San Román tienen la importancia y el atractivo de ser las únicas, junto a las halladas en la mezquita del Cristo de la Luz, que de esta época se conservan en la ciudad. Reflejan cómo debía estar decorado el interior de las iglesias mudéjares toledanas.















El Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda contiene piezas de gran interés como las reproducciones de una parte del tesoro de Guarrazar, restos arqueológicos y objetos encontrados en necrópolis: broches, hebillas, fíbulas, aretes, collares, monedas, un jarro litúrgico y una patena de bronce. Abundan los fragmentos: de impostas, frisos, canceles y hornacinas. Y también existen cimacios, columnas, pilastras y capiteles de mármol.

A lo anterior se han incorporado los objetos hallados en una tumba de la necrópolis visigoda de Boadilla de Arriba (Illescas), así como una reproducción del sarcófago de Layos (siglo IV d.C.).
En la capilla que construyó Covarrubias por encargo de la familia Niño de Ribera se puede contemplar un retablo plateresco, de madera dorada y policromada, ejecutado en 1552 por Diego de Velasco, discípulo de Berruguete. Representa escenas de la vida de Cristo y se remata por un Calvario en el ático.
 








   VÍDEO ELABORADO POR KEPA B. RUANO: