ZáLeZ: Hermosilla y el chacolí de la Bureba.

Un paseo por la localidad burebana de Hermosilla y lo que nos podemos encontrar, simplemente paseando por sus calles y su entorno.

Ermita de la Virgen del Amparo.

Iglesia románica de Santa Cecilia de fines del siglo XII y lo más interesante es su vistoso ábside, el cual está dotado de cinco ventanas saeteras, una en cada compartimento del hemiciclo y otras dos en los paños de la nave recta.

De la mayor importancia son los capiteles, tienen ornamentación zoomórfica: perros en el exterior donde se les representa cogiendo una liebre; asno comiendo las hojas de un árbol; cuadrúpedo de larga cabeza; águilas y gallináceas; arpías pareadas; jinete luchando, mascarones, etc..

Y EL CHACOLÍ de la Bureba: Sin buscarlo, nos acercamos a unas bodegas y me topé con un conocido que tiene su bodega allí, donde hace su chacolí para consumo familiar. Amablemente nos enseñó su bodega y también nos indicó la viña cercana de donde procede su chacolí. También nos regaló una botella de su marca familiar de la cual quedamos muy agradecidos.

Fotos de archivo de antiguas bodegas y varias reseñas históricas relacionadas con este vino tan especial:

Bodega gótica del Convento de Vadillo.
Frías.

Bodega de Cantabrana.
Valle Las Caderechas.

Bodega de Oña.

"La viña era una pretensión inmediata de los foramontanos. El vino de vid resultaba imprescindible. El abad Vítulo, a quien cupo el honor de levantar el acta notarial del nacimiento de Castilla (15 septiembre, año 800), nos declara en el mismo documento que ha plantado viñas y construido lagares en el Valle de Mena. Se inicia ahora una expansión irrefrenable, probada a golpe de pergamino, de toponimia y deliciosas miniaturas en códices y en los marfiles.

A mediados del s. IX ya huele a flor de vid en Losa, en Tobalina y a orillas del Río Ebro hasta Miranda; un gran colonizador, el abad Pablo, al enumerar los bienes con los que dota su monasterio de San Martín de Losa, incluye nuevas viñas en Castilla Vieja, en Sopeña de San Quirce, donde tengo un lagar.

El viñedo acompañaba a los reconquistadores y, a poco de liberarse la Bureba, ésta florecía en racimos.

Al norte de Briviesca quedaban centros en los que el viñedo tuvo hasta el siglo XX una relativa importancia: Oña, la más poderosa Abadía de Castilla con deleitosos parrales; Frías cuyo fuero menciona sus viñas, y Poza de la Sal en la que ya el 13 de noviembre del 917 los hermanos Alarico , Eilo, Andulfo, Oveco y Justo entregan al Monasterio de Cardeña seis viñas y unos lagares.

El chacolí ha dejado gratos recuerdos etnográficos en las comarcas en las que se elaboró. Hubo chacolineros célebres que aún viven en las memorias del pueblo, como "Potolas" de Briviesca o "Chamorro" de Miranda. La copla floreció en las chacolirías:

A la jota , Pilín, que eres un borrachín

que por no trabajar te has metido aguacil,

y a la pobre Basilia no la dejas vivir

que le robas los cuartos para el chacolí.

Compárense estas dos estrofas:

"Tres cosas tiene Briviesca que no las tiene Madrid:

los chorizos, las almendras y también el chacolí".

"Dos cosas tiene Miranda que relucen más que el oro:

la fiesta San Juan del Monte y el chacolí de Chamorro."

La uva que producía el chacolí generaba un orujo o aguardiente cuyo valor energético nadie se atrevía a discutir. Había varios alcoholeros en la comarca, pero entre todos se destacó la fábrica de Castillo, de Poza de la Sal, una dinastía de aguardienteros que con inteligencia y oportunidad supieron evolucionar hacia la farmacia , quizás por la semejanza de alambiques y alquitaras. La parva de la mañana no la perdonaba ningún burebano y las estadísticas no destacan ni las úlceras ni las perforaciones de estómago.

Fuente: Fray Valentín de la Cruz, Cronista oficial de la Provincia de Burgos, académico correspondiente de Bellas Artes, editado en coleccionables, por la Caja de Ahorros Municipal, 1990.

Las representaciones de vides y parras más antiguas se encuentran en los sarcófagos paleocristianos de La Bureba.

Pero retomemos el paseo...