Al final de esta entrada podréis ver el VídeoAI de Iñaki y yo a finales de los noventa, con ayuda de imágenes que sacamos con trípode, cuando estuvimos en el valle de Lunada (Montes pasiegos burgaleses), en lugares "secretos" de la costa vasca, o en la única exhibición de deporte rural en el que participó Iñaki, en su barrio bilbaíno (a base de fotogramas mejorados).
Describir el paisaje fuera del encuadre inicial en un giro de 200º, así como los movimientos y acciones de los protagonistas, se vuelve extremadamente complejo en un prompt de IA. Algo he conseguido, creo, teniendo en cuenta que ha sido en una app de
IA gratuita (Grok) que solo genera 6 segundos de vídeo y que luego hay
que unir los tramos para que encajen y que la IA no se salga de madre. Es, esencialmente, redactar un microguion de seis segundos.
La dificultad aumenta considerablemente al intentar hilvanar dos o más secuencias con la única referencia del último fotograma generado de cada una, ya que "olvida" la imagen inicial. Esto refuerza el dicho de que una imagen vale más que mil palabras: con mil palabras solo podemos imaginarla, no construirla. Lo demás ha surgido "de forma natural". Si a ello añadimos la canción de la magnífica Luz Casal, que he llevado a mi terreno, el resultado no ha podido ser mejor, al menos para mí.
La IA no fue precisa al representarme (era más gordito), pero yo no soy el protagonista. En cambio, fue bastante fiel con Iñaki, quien en esa época estaba bastante fornido aunque algunas veces se pasara de frenada. Como custodio de su pasado, poseo todos sus álbumes familiares. En sus fotos de la mili en Ibiza, Iñaki destacaba entre sus compañeros, quienes, incapaces de pronunciar su nombre, lo apodaron "Yaqui".
Un suboficial de alto rango se le insinuó en muchas ocasiones hasta llegar al acoso. Inicialmente, lo quería cerca para utilizar su habilidad como "manitas" en reformas en su domicilio particular (con mano de obra gratuita del ejército). Pero al no pasar por el aro, este sujeto se vengaba asignándole tareas ingratas. Hubo más incidentes, relacionados simplemente con el hecho de ser vasco, que prefiero reservarme por lo perturbador del relato y que nada tenían que ver con sus compañeros, con quienes conservó buenas amistades.
Durante el tiempo que conviví con él, Iñaki aún padecía pesadillas ocasionales sobre la "maldita mili". Cuando notaba que se agitaba y susurraba, lo despertaba para que recuperara la tranquilidad.
Por la experiencia que estoy cogiendo en estas lides, la IA tiende a idealizar si la foto base no tiene buena resolución o es una patata (directamente se lo inventa), no así si son de calidad normal. Pero si la IA no interpreta bien lo que quieres describir en el prompt en castellano, a veces crea monstruos. Quizás porque piensa en inglés. No obstante considero que si se la trabaja un poco, constituye un recurso muy importante para expresarse de una forma diferente, como es el caso del vídeo que he hecho y que me ha costado mucho elaborar en todos los sentidos.
Necesitaba reconciliarme conmigo mismo. Un ejercicio de catarsis mental y, aunque suene retórico, una auténtica limpieza de karma. Esto se hizo evidente tras visitar la tumba de Iñaki el Día de Todos los Santos, una recaída emocional que creía superada. Está claro que no puedo ir solo, a pesar de ser consciente de que él no está allí, ni quizás en ningún otro sitio. Somos polvo de estrellas. Aún hoy, siento esa necesidad imperiosa de desahogarme y recrearme en su memoria. Es algo que no puedo remediar.
Estoy convencido de que esto no interesa a nadie más que a mí, pero siento la necesidad de compartir mis sentimientos, de expulsar este lastre aunque sea en el ciberespacio.
Iñaki y yo hicimos el amor incontables veces por cualquier monte, bosque o playa entre acantilados que se pusiera por delante, tal como se menciona en el vídeo. Entre nuestros lugares preferidos destacan dos: el valle de Galdames y la zona de Urkiola, siempre rodeados de un paisaje fantástico y a salvo de miradas. En cuanto a los rincones costeros, su ubicación queda en secreto, pero fueron absolutamente fascinantes. Sin olvidarme de los bellos atardeceres o las bravuconadas del mar en el rompeolas de Punta Lucero, cerca de la Playa de La Arena (Zierbena). No me avergüenza en absoluto contarlo o admitirlo.
Hoy me siento muy mayor, pido muy poco a la vida y estoy muy satisfecho con mi situación actual. Ya no pienso en el mañana; los años pasan factura y cada vez discurren más rápido. Revivir con las nuevas tecnologías de IA a la persona que amé y que ya no está entre nosotros dejó de torturarme.
Ahora Iñaki solo existe en mis recuerdos positivos. Me quedo con los primeros años tras conocerle. Los últimos, en Briviesca, fueron terribles para él, después de la detección, muy tardía, de "una de esas enfermedades silenciosas", cuando a punto estuvo de que le amputaran una pierna. Fue como una bomba de racimo a cámara super lenta que comenzó a dañar sus órganos vitales. Esta última época es a la que quiero poner un muro mental e intentar olvidarla. Fue horrible para él y también para mí, lo que nos generó multitud de problemas de todo tipo, pero jamás tiramos la toalla hasta el final. Un fatídico 18 de mayo de 2018 su maltrecho corazón dejó de latir en aquella última noche mientras yo dormía... Fue el peor, el más trágico y traumático día de mi vida.
No sé si lo conseguiré, pero los recuerdos van y vienen o se cuelan en algún sueño recurrente. Afortunadamente ninguno de los sueños llega al rango de pesadilla sino todo lo contrario.
Me siento muy bien con Pedro, mi actual pareja desde que le conocí, y soy feliz. Él ha sido una luz de esperanza en mi vida y me ayudó muchísimo a soportar la mochila cargada de escombros durante nuestro primer año juntos. A pesar de esto, el nombre de Iñaki aún sale a relucir demasiadas veces de forma inconsciente. No lo puedo evitar; formó parte de mí durante muchos años, aun cuando ya han transcurrido siete años y medio desde que se marchó.
Nadie se acordará de la mayoría de los mortales cuando pasen unas tres o cuatro generaciones (eso dicen), y tratándose de personas como nosotros, aún menos. No pretendo herir sensibilidades. Si es así o te da asco, ya te prevengo: no lo veas. Hay mucha gente que siente de forma muy diferente. No me gusta fiscalizar la vida privada de los demás, y eso mismo pido a cambio: vive y deja vivir. Ama y haz lo que quieras. Verás que todo va a ir mucho mejor; así otro gallo nos cantaría.
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| Procede de un fotograma de un vídeo que saqué en una exhibición de deporte rural en Atxuri que tuve que mejorar porque el vídeo tenía muy mala calidad. |
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| Otra más. |
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| Recién inaugurado el Museo Guggenheim de Bilbao. Una de mis fotos preferidas. Cómo pasan los años. |
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| En una de las fuentes del Arenal, al fondo la iglesia de S. Nicolás. A alguien se le ocurrió poner una botella en los niños sonrientes de la fuente. |
En un principio pensé en no recargar el vídeo y prescindir de las siguientes fotos a las que "dar vida" y que he titulado "primeras veces que...", pero al final también las he incluido casi todas.
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| Cuando Iñaki contempló por primera vez Briviesca desde el mirador del Monte de los Pinos. |
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| La primera vez que me llevó por una senda descendente hasta un rincón "secreto" de la costa vasca que era una maravilla. Acantilado, arena y mar. |
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Disculpad por ser tan excesivo y la chapa que os he metido hasta llegar aquí:
VÍDEOCLIP de unos cuatro minutos y medio, donde he puesto toda la carne en el asador. Tal vez sea en el que más horas he invertido de todos los que he hecho. Un ejercicio de catarsis que para mí ha sido brutal, pero necesitaba reconciliarme conmigo mismo y en cierto modo ha sido como una liberación no solo por mí, sino por mi actual pareja, a la que he pedido perdón y le he dado mil gracias por lo comprensivo que ha sido y lo que ha tenido que aguantar. Barkatu Kepa. Mila esker hemen egoteagatik. Maite zaitut. Te amo.





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