La Peña del Mazo es un notable conjunto arqueológico situado en el municipio de Pajares, dentro del Valle de Tobalina, en la provincia de Burgos. Este yacimiento se localiza sobre una gran plataforma rocosa a los pies de la Sierra de Arcena, dentro de Parque natural Montes Obarenes-San Zadornil.
El conjunto es de gran interés por la superposición de restos que corresponden a dos momentos históricos principales y bien diferenciados:
Época Romana Tardía (Siglo V)
El emplazamiento se aprovechó como punto de control militar o torre de vigilancia, probablemente vinculado a la vía que atravesaba el valle.
En la roca se aprecian pequeñas canteras, así como peldaños, rebajes y vaciados rupestres que estaban asociados a la sujeción o anclaje de estructuras construidas, posiblemente de madera, que facilitarían el acceso a la superficie o formarían parte de plataformas colgadas.
Época Altomedieval (Siglos IX al XI).
Este periodo constituye el vestigio más visible y extenso del yacimiento:
Necrópolis Rupestre: En la parte superior del promontorio se han contabilizado numerosas tumbas excavadas en la roca, estimándose unas 96 fosas.
Las tumbas son de distintos tipos, destacando las de bañera y las antropomorfas (con forma humana).
Todas las sepulturas están orientadas en sentido Este-Oeste.
Esta necrópolis funcionó como un cementerio comunitario entre los siglos IX y XI.
Iglesia Semirrupestre: Se han identificado los restos de una iglesia situada en la parte central de la peña, que funcionaba simultáneamente con el cementerio. No obstante la primitiva iglesia data del s. VIII y era de pequeñas proporciones. En siglos posteriores hubo una ampliación. En la parte alta de lo que vemos acotado con muretes, muestra unas pequeñas plataformas en forma de escalones tallados en la roca donde pudo estar el altar.
También se han encontrado indicios de estructuras adosadas a la pared sur de la peña. El lugar era idóneo para una aldea o poblado, ya que se encuentra a la solana, protegido por la peña, con un arroyo próximo, amplio espacio cultivable y un entorno favorable para la caza.
Vistas al valle de Tobalina en el ascenso a la peña.
La peña es visible casi desde el comienzo.
Posibles cuencos tallados en roca de tipo habitacional.
Ya en la cima de la peña El Mazo.
Basamento de torre de vigilancia tardorromana. S. IV-V.
Clic.
Vista desde los paneles informativos.
Tumba antropomorfa.
Tumbas de bañera, más abundantes.
Panorámicas desde la peña.
Escalones tallados en roca donde se ubicaría el altar.
Basamento de una de las torres de vigilancia tardorromana.
El tiempo cambió y pudimos ver el famoso bollo o boina en las cimas de Sierra Arcena.
El aire frío soplaba fuerte desde las cumbres, que en contacto con el aire más cálido de la ladera sur de la sierra se condensa rápidamente pero se disuelven rápidamente en su avance hacia el sur. Fenómeno muy vistoso.
El pintoresco pueblo de Herrán, ubicado en el corazón del Valle de Tobalina en la provincia de Burgos, es considerado uno de los núcleos mejor conservados y más bellos de la comarca de Las Merindades. Su historia se remonta a tiempos remotos, consolidándose como un punto clave gracias a su situación estratégica, siendo la puerta de entrada al impresionante Desfiladero del río Purón.
La historia de Herrán es profunda y multifacética, lo que sugiere que podría ser el pueblo más antiguo del Valle de Tobalina.
Orígenes Antiguos: La presencia humana en la zona se atestigua desde la Edad del Hierro con la existencia de un posible asentamiento. Más tarde, los romanos se asentaron en el lugar debido al tránsito de una importante vía natural que comunicaba Briviesca con Orduña. A este periodo se vincula el yacimiento de "El Bucarón" y el puente conocido como "Las Puentes" en el paraje de "La Hoz de Flavio", que defendía este paso estratégico.
Durante la Repoblación del norte de la Península, Herrán se convirtió en una de las rutas más transitadas por los foramontanos, siendo uno de los primeros lugares en ser ocupados. La fundación del monasterio de San Martín (o San Martín de Ferrán), cuyos restos y necrópolis se encuentran al este del pueblo, confirma su importancia temprana.
El rico patrimonio arquitectónico de Herrán es un testimonio tangible de su evolución histórica, donde se mezclan construcciones religiosas, señoriales y populares.
El elemento más emblemático de su arquitectura civil es la Torre de Herrán, una notable Casa-torre del siglo XV.
La torre, de planta rectangular y construida en mampostería y sillar de arenisca, cuenta con tres pisos y un altillo. Es un destacado ejemplo de la arquitectura señorial del Valle de Tobalina, cargada de simbolismo. No en vano también se la conoce como torre de los templarios.
Un detalle excepcional es la conservación de pinturas murales en una de sus salas, datadas a principios del siglo XVI.
Este Bien Protegido ha sido rehabilitado y funciona actualmente como una posada de turismo rural.
Dominando el pueblo desde un alto, se encuentra la Iglesia Parroquial de Santa Águeda. Se trata de un templo de estilo Renacentista, notable por el bonito color dorado de su piedra.
El tejido urbano de Herrán está salpicado por otros ejemplos de arquitectura señorial y popular de gran interés.
Arquitectura Señorial: Abundan las casonas solariegas y palacios de los siglos XVII y XVIII, que se distinguen por su calidad constructiva, sus grandes dimensiones y, sobre todo, por la presencia de blasones nobiliarios y ventanas decoradas que atestiguan la presencia de familias pudientes en la localidad. Como ejemplo, la denominada Casa Grande de los Oteo-Angulo, siglo XV.
La arquitectura popular es predominantemente de piedra, con refuerzos de sillería en las esquinas y alrededor de los vanos. Es frecuente encontrar entramados de madera y toba en muchos edificios. Otros elementos característicos son las solanas de madera y los pequeños balcones, a veces en voladizo o hundidos en la fachada, que definen la estética rural de la comarca.
Callejeando:
Comenzamos en la fuente donde se inicia la ruta del río Purón.
Gradas del lavadero.
Entrando en Herrán.
Torre de Herrán o de los templarios. S. XV.
Casa rural dentro de la Torre.
Clic.
Callejeando.
Palacete restaurado.
Detalles.
Arquitectura popular.
Iglesia de Santa Águeda de estilo renacentista.
Pórtico.
Panorámicas desde la iglesia parroquial. Al fondo el pico Humión.
Sierra Arcena. El otoño comienza a colorear el paisaje.
Casa vestida de plantas.
Hacia la casa Grande.
Casa Grande de los Oteo.Angulo. S. XV.
Escudo nobiliario de los Oteo-Angulo.
Portón.
¿?.
Como anunciaban las previsiones, el tiempo comenzó a cambiar.
El Parque Natural Montes Obarenes - San Zadornil tiene creada una ruta arqueológica bien señalizada para poder visitar al menos estos dos interesantes yacimientos arqueológicos. Hace unos quince años que estuve visitando este yacimiento y se encontraba muy cuidado y recién puesto en valor. Hoy la cosa no "pinta tan bien"(sabréis por qué lo digo) por eso voy a tener que echar mano de algunas imágenes de entonces.
Comenzamos con EL PÓPILO:
Los numerosos restos arqueológicos confirman la existencia de un pequeño poblado prehistórico junto a este abrigo rocoso. Éstos nos permiten definir el escenario en que vivió este grupo humano hace unos 5000 años: tenían cabañas muy sencillas, construidas con troncos y ramas y conocían y utilizaban el fuego. Sabemos por numerosos estudios que los grupos neolíticos estaban mínimamente organizados, eran seminómadas y ocupaban cuevas o instalaban sus campamentos al aire libre, cerca de cursos de agua. La vida cotidiana discurriría en actividades destinadas a satisfacer las necesidades del grupo -elaboración de cerámica, cestería, fabricación de útiles de piedra y hueso, preparación de alimentos, etc.- La caza era una fuente importante de recursos alimentarios al igual que la recolección de frutos silvestres, pero practicaban ya el pastoreo de especies domésticas -oveja, vaca, cerdo-, y cultivaban y almacenaban el cereal, como lo demuestran los distintos instrumentos y estructuras documentadas en la excavación -cuchillos de sílex, molino de mano-. La construcción del templo y la necrópolis altomedieval ha arrasado este asentamiento prehistórico casi en su totalidad.
La iglesia semirrupestre de El Popilo está tallada en la pared rocosa de un angosto vallejo que se abre a los pies de la Sierra de Arcena, en un lugar retirado, solitario, próximo a terrenos cultivables y a recursos de agua.
Los referentes documentales son escasos y de época moderna, por tanto son los restos arqueológicos las principales fuentes de información sobre este yacimiento. A través de ellos sabemos que los primeros que pueblan este paraje son unos grupos prehistóricos (4.500-5.000 AC) que instalaron sus cabañas bajo la misma visera rocosa donde, cientos de años después, se asentó una comunidad cristiana.
El origen de este emplazamiento religioso se encuadra dentro del fenómeno eremítico que pudo desarrollarse en el valle a lo largo de los siglos VII-X. Aquí los solitarios anacoretas buscaron el retiro para dedicar su vida a la oración y, posteriormente, este mismo lugar sirvió de imán o de justificación para la instalación de un establecimiento religioso rural-iglesia y necrópolis- de mayor envergadura
A través de unos documentos depositados en el monasterio de San Millán de La Cogolla que la "Iglesia de Nuestra Señora del Populo" sigue en pie, aunque muy deteriorada, hasta mediados del siglo XVI.
Desde la carretera parte un camino en dirección del yacimiento.
Cada vez queda menos.
Oquedades artificiales
Tumbas de lajas.
Ermita semirrupestre.
Altar y tumba a los pies.
La información es mejor en paneles, no pintando el altar.
Tumba bajo el altar.
La cosa no parece que "pinte muy bien".
Imágenes de hace 15 años. Estaba muy cuidado.
La tumba bajo el altar y la cruz.
Al lado del eremitorio se encuentra esta peña, muy interesante, aunque actualmente ya no es posible contemplarla por estar tapizada de hiedra y arbustos.
La roca ha sido modelada de forma artificial y en ella se aprecian algunas cazoletas de mayor o menos calado que hacen pensar en una posible utilización ritual en épocas prehistóricas y también, quizás, aprovechada en el altomedievo.
Las aguas están canalizadas hasta el suelo donde se aprecia una especie de estanque colmatado o tal vez se trate de una tumba. Actualmente es imposible apreciar ningún detalle.
Continuamos por la senda arqueológica hasta llegar al MONASTERIO DE SAN MARTÍN DE FERRÁN:
Los restos de este monasterio se encuentran al este de Herrán, en lo alto de un montículo, junto a la necrópolis. Así describe el lugar Monreal Jimeno: “Allí se observan varias tumbas semienterradas, labradas en la roca, de grandes dimensiones y correctamente orientadas. Las que afloran son antropomorfas, con cabeceras rectangulares, hombros curvados y pies muy apuntados. Junto a ellas, aunque ocupando un nivel más bajo, hay restos de una construcción semirrupestre, con planta probablemente rectangular y uno de sus lados excavado en la roca, observándose huellas de cinceles junto con muescas y mechinales de acomodación de la cubierta. Este muro lleva un banco corrido tallado en la roca, que continua por uno de sus lados cortos que hoy aparece aunado por un murete de mampostería restaurado modernamente. El espacio resultante sería, según esto, rectangular. Fuera del amplio recinto rectangular se observan sectores rupestres trabajados artificialmente, por lo que parece que hubo otras estancias”.
En el acta fundacional de San Martín de Ferrán (Valle de Tobalina) y que se conserva en el monasterio de San Millán de la Cogolla y fechado en el año 852, consta que el abad repoblador Pablo, el presbítero Juan y el clérigo Nuño, acompañados de otros clérigos, presbíteros y monjes, levantaron el monasterio de Herrán, para ser consagrado poco después por el obispo de Valpuesta don Felmiro. Este monasterio, con la serie de iglesias y monasterios vinculados a él, pasó a ser propiedad del de San Félix de Oca hacia el año 874 y con él quedaría incorporado al de San Millán de la Cogolla en el año 1049. A tenor del documento de Valpuesta y de los emilianenses se especifica que los repobladores además de construir iglesias nuevas hallaron otras antiguas y abandonadas que procedieron a reparar. Monreal Jimeno se plantea el interrogante de si este enclave de San Martín de Herrán pudo ser un antiguo lugar de culto reutilizado en el siglo IX por estos monjes repobladores.
En dicha acta fundacional que se conserva en el monasterio de San Millán de la Cogolla aparece escrito por primera vez el nombre de “Castilla” (incluso antes que en Taranco de Mena), entre unas cuantas palabras en lo que ya se podría también considerar castellano antiguo y donde aparecen entremezclados vasquismos a los cuales hice referencia en una entrada extensa relativa al euskera en la Bureba y zonas aledañas. Este manuscrito también sería anterior -en más de un siglo- a las Glosas emilianenses.
Dejando atrás el Pópilo, ascendemos por la ruta marcada que nos llevará a San Martín de Ferrán.
Al poco de remontar el primer alto, se divisa el pueblo de Herrán.
Herrán en zoom.
Restos de muros de lo que fue el monasterio.
En la parte superior del muro se observan diversas tapas de tumbas.
Banco corrido tallado en la roca en el interior del recinto monacal.
A pocos metros por encima del recinto, aparecen las tumbas rupestres.
La senda, antaño inexistente, desciende por la espalda de las ruinas hacia el pueblo de Herrán.